viernes

De la Selva su naranja



Si los resultados electorales en el sur han sido claramente para la izquierda, en las provincias de la selva central el panorama ha sido diametralmente opuesto. El fujimorismo se ha posicionado contundentemente en Oxapampa la selva de Pasco con el 66.40% de los votos válidos, en Chanchamayo y Satipo en Junín el respaldo ha sido de 62.14% y 58.08% respectivamente. Si miramos las cifras de las provincias de la selva, en Huánuco y Ucayali, hay mucha similitud y si extendemos nuestro análisis a las provincias selváticas de los sureños Ayacucho, Puno y Cusco; es evidente que Keiko Fujimori no ganó pero tampoco podemos señalar que el resultado la haya hecho sufrir en comparación con lo ocurrido en las ánforas andinas de los departamentos del sur. El Frente Amplio dio batalla y ocupó claramente el segundo lugar pero sus resultados en casi todos los distritos y provincias están poco menos que a la mitad de los votos naranjas y eso que días antes Verónika Mendoza había presentado entre sus filas a asesores procedentes de las federaciones nativas, ello no le significó poder capitalizar mayores simpatías, lo que nos demuestra que la afiliación de los líderes indígenas no te asegura el respaldo de sus representados.
En algún momento se pensó que la selva volvería a ser acciopopulista, sin embargo fue escaso el esfuerzo del candidato de la lampa por ganarse ese derecho y en menos de un mes se desinfló el entusiasmo de quienes recordaban al partido del arquitecto que quería colocar en la selva a la capital de la nación. PPK no pudo posicionarse como alternativa y en las urnas de la selva a duras penas alcanzó el tercer puesto con 10% de simpatías en promedio y en muchas plazas ni siquiera alcanzó el 5%; lo que será una tarea que deba esforzarse en resolver su grupo político con miras a mejorar su performance en  la segunda vuelta.
De todas maneras los esfuerzos de los pepekausas no han logrado mejorar su relación con los pobladores de la selva y sin mucho esfuerzo sus detractores le han creado la imagen de enemigo de nuestra Amazonía. Si su intención es recoger los votos que lograron las otras tiendas políticas, la tarea le será cada vez más difícil si constatamos que, en menos de una semana, el fujimorismo había logrado sentarse a negociar la fidelización de los líderes nativos que en primera vuelta abiertamente apoyaron al Frente Amplio; otra demostración de que los apoyos no son programáticos sino de coyuntura. El mensaje de Kuczynski no ha logrado compromisos de los cafetaleros e indígenas a pesar de que se reunió con sus dirigentes y líderes buscando un respaldo que le es esquivo.
Cabe preguntarse las causas de este ‘romance’ entre el fujimorismo y la selva peruana y el por qué, las otras propuestas políticas no han sido capaces de disputarle ese posicionamiento a pesar de que, al igual que en las grandes ciudades de costa y sierra, en las ciudades de selva también existieron colectivos de #NoAKeiko. No obstante, las marchas que organizaron nunca lograron cuajar, razón por la cual Keiko Fujimori optó por cerrar su campaña en la selva, consciente de que allí no habría huevos ni manifestantes con carteles de rechazo. Si la política es de gestos, el partido naranja desde hace varios años le hace gestos suficientes a la selva y en especial al productor de café, cultivo que es el principal generador de empleos en esa parte de nuestro territorio. También es posible que el recuerdo del padre siga presente para favorecer la candidatura de su hija, quien no escatima esfuerzos por señalar reiteradamente en todas las plazas que fue el fujimorismo quien venció al terrorismo que tanta sangre derramó de las familias de la selva central. Por esa imagen, a los votantes pareciera no importarles la corrupción extendida que se alcanzó en todos los niveles del gobierno central en la década de los Noventa. Habría que analizar si el ataque narcoterrorista en el VRAEM en la víspera del 10 de abril, ha tenido un impacto favorable en las pretensiones presidenciales de la candidata de Fuerza Popular, en desmedro de quienes empezaron a mostrar simpatías por la propuesta de izquierda.
En conclusión, es poco probable que en la segunda vuelta el fujimorismo pierda la contundencia de su posicionamiento amazónico y los detractores de la dinastía verán con incomodidad cómo la selva se tiñe de naranja. Solo quedará el consuelo de beber un buen café y meditar sobre las causas de la escasa capacidad de los partidos políticos para disputar esa plaza electoral.

desco Opina - Regional / 29 de abril de 2016
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lunes

La distancia que los separa



Cuatro encuestas de intención de voto después, la carrera a la Presidencia sigue muy pareja. Antes del 10 de abril, varias encuestadoras difundieron que PPK sería el único que podría ganarle en segunda a Fujimori, aunque por ajustado margen. Esto pudo haberle jugado a favor al candidato de Peruanos por el Kambio, al capitalizar algo del voto antifujimorista que sucumbió a la campaña de miedo que se armó contra Mendoza, una de las operaciones de desprestigio más viles que hemos visto en los últimos años. No obstante, PPK tiene más trabajo del que parece querer asumir, si es que quiere ganar.
Un análisis distrital de los resultados de primera vuelta muestra que Fujimori ganó en 1024 distritos, Mendoza en 628 y PPK solo en 46, es decir, ganó solo en menos de 3% de distritos del país. Resulta evidente que Mendoza tenía mayores bases para oponerse con firmeza, en el discurso y en los actos, a Fujimori. Ante este escenario, es evidente que Kuczynski tiene que dar señales a quienes no votaron por él, sobre todo en el sur andino: una especie de «Hoja de ruta social» para el Sur. Pero al candidato incluso la palabra «social» se le escucha poco, como si además del manejo económico todo fuera ilusión. Incluso en sus intentos de marcar distancia de Fujimori, habla de autoritarismo y «mucha corrupción», de manera poco específica, distante, como si fuera una variable más en un modelo de un país hipotético.  
PPK no puede asumir la pasividad de quienes, opinando desde nuestra derecha política, a veces liberal, pueden darse el lujo de respirar aliviados ante el tercer lugar de Verónika Mendoza. Para ellos, la elección ya terminó y el país se «salvó». Por eso es que a poco de terminar de contar los votos, y hasta el día de hoy, enjambres de periodistas rodean a Verónika Mendoza por su posición y la interpelan sobre diversos temas, como si siguiera en campaña, en un intento torpe por minimizar su influencia en el escenario nacional. Kuczynzki tiene que explotar los espacios que lo diferencian de Keiko Fujimori, que al declarar por fuera del rígido guión que siempre la acompaña, se entrampa y deja muchos flancos abiertos para la crítica. Como señala un comentarista acertadamente, es tiempo de que PPK se «ponga el alma».
Las zonas rurales del centro y el sur podrían inclinar la balanza. Las ciudades del sur han sido históricamente antifujimoristas y algunas zonas rurales hace tiempo le son esquivas. No obstante, no se trata de un antifujimorismo tan ‘duro’ como el de las zonas urbanas y distritos rurales donde ganó Mendoza que podrían ir hacia Fujimori si PPK no es asertivo en su mensaje de inclusión, en favor de las actividades como la agropecuaria y el comercio, que dan sustento a millones de compatriotas por encima de los 2500 metros de altura. Si se trata de un tipo de electorado más «pragmático», depende también de quién llegue primero con un discurso de esas características y quién suene más convincente. Y aunque la oposición a Fujimori sea ligera, no es el mismo «antifujimorismo light» de algunos distritos de Lima a los que no les incomoda tanto el autoritarismo. Demostración de que el mismo resultado (el voto por Fujimori) puede tener puntos de partida muy distintos, como si hiciera falta demostrar todavía que la gente no vota en masa por ‘ideología’ o a favor o en contra del ‘modelo’.
Por lo pronto, PPK se ha reunido con familiares de víctimas del terrorismo en Ayacucho, cosa que Fujimori probablemente no esté dispuesta a hacer. Mientras tanto, Keiko sigue recorriendo el país con un discurso inflamado, aunque con poca sustancia. Entre lo que ha trascendido como propuesta está la pésima idea de volver al régimen 24x24 para la policía y la apropiación del tema de la renegociación de los contratos del gas, este último levantado por el Frente Amplio (FA) y Acción Popular (AP). Un gesto de la mayor importancia y que nos habla de lo que se podría venir es que, al parecer, la bancada fujimorista ya ha empezado a ejercer presión en el TC para anular la condena de 25 años a Alberto Fujimori con el poder que creen les otorga su nueva mayoría.  
Falta mucha tela por cortar y quien titubea pierde. PPK parece atenazado por momentos entre los consejos de quienes no quieren que recuerde siquiera que el Frente Amplio tiene tantos escaños como su partido en el Congreso. La excusa es la gobernabilidad que podría perder al antagonizar al Fujimorismo. Pero antes de eso hay que ganar, y para hacerlo hay que marcar distancia de su opositora y acercarse a los electores que vieron en el FA una opción de cambio. Esto debe ser claro para capitalizar tanto el antifujimorismo duro como el light cuando se vea cara a cara con su contrincante en el debate, programado para el 29 de mayo. Al parecer, este es el espacio ideal para hacer que Fujimori responda espontáneamente y por tanto corra mayor riesgo de equivocarse. Para ella, volver a otro papel, como el «compromiso» que firmó en cámaras en el debate de primera vuelta, ya es un recurso manido y por tanto inútil. Tanto su padre como el mismo Ollanta Humala ya nos mintieron ante cámaras, de manera muy convincente.
Una reflexión final sobre el rol de la izquierda más allá de la segunda vuelta: es altamente probable que los próximos cinco años sean una suerte de «travesía en el desierto», en la cual deberá luchar por sobrevivir y expandirse de manera orgánica. Para ella, el triunfo de uno u otro candidato de esta derecha que ha pasado a la segunda vuelta, no es indiferente; enfrentar al fujimorismo, con una abrumadora mayoría congresal, innegable presencia social y fuertes tendencias autoritarias, no es lo mismo que hacerlo con PPK, con una bancada minoritaria y con una débil presencia social.

desco Opina / 25 de abril de 2016 
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viernes

El partido del Sur



El primer tiempo de este partido electoral ha culminado con resultados previsibles, al menos después de la expulsión de Julio Guzmán y Cesar Acuña de la cancha, y los autogoles de Barnechea en las últimas semanas. Verónika Mendoza, en el tercer lugar, ha conseguido una interesante representación congresal en medio de una gran barra brava naranja en el Legislativo. Siete departamentos del sur, a excepción de Arequipa, le dieron al Frente Amplio (FA) el primer lugar en las urnas, una votación que se puede leer como el hartazgo de un importante sector de la población al modelo económico, que no siente todavía el voceado crecimiento económico en su vida cotidiana, así como un rechazo al centralismo limeño y a los políticos tradicionales.
Hay que considerar también que 11 de los 20 congresistas del Frente Amplio provienen de los departamentos del sur, superando a los obtenidos por Fuerza Popular (9 congresistas) y a PPK (3).
Tras conocerse el mapa de la votación a nivel nacional, Pedro Pablo Kuczynski de Peruanos Por el Kambio (PPK) prometió al sur, que le fue esquivo, sacarlo de la pobreza. La duda está en que si es sólo un amague de campaña o si realmente será una apuesta ante un eventual gobierno. Su equipo ha elegido Arequipa como lugar de concentración para conquistar nuevos hinchas en esta parte del país. En su contra tiene haber salido tercero en estas primeras justas, pero a su favor tiene el rechazo que se ha mostrado por estos lares a la candidata Fujimori durante su campaña.
En cuanto a esta candidata, creemos que una eventual victoria de ella, puede significar para el sur cinco años más de olvido, o peor aún, de estancamiento, así como una política populista al estilo de su padre. El panorama sería especialmente difícil para Arequipa, reacia a las visitas de los Fujimori en campaña electoral y donde quedó en tercer lugar en la votación general.
Bajo este panorama desalentador, cobra fuerza la formación de la Mancomunidad de la Macro Región Sur y el Acuerdo por Arequipa, para formar una potente defensa y sacar adelante los proyectos y políticas que se planteen en favor de la región. Están en ciernes las definiciones en el proyecto del Gasoducto Sur Andino y el impulso a la industria petroquímica, que quiérase o no, están relacionados, a la renegociación del gas, un recurso estratégico que está debajo de estas tierras. Yamila Osorio, gobernadora regional de Arequipa y presidenta de la mancomunidad, anunció nuevamente que invitará a los candidatos de la segunda vuelta para que expongan claramente el plan para el sur peruano.
Las elecciones nacionales son sin duda decisivas para la construcción del futuro de la macro región en el próximo quinquenio, pero esto no debe hacernos olvidar que el fortalecimiento y las iniciativas de los actores regionales en un marco respetuoso del juego democrático, son también estratégicos. Una bancada congresal proveniente del sur con  capacidad de concertar, defender y hacer valer los intereses de la zona, así como autoridades y grupos de sociedad civil empoderados, son elementos determinantes para el nuevo partido que se jugarán los departamentos del sur el próximo 5 de junio, y para el desarrollo de esta parte del país durante el gobierno que se avecina.

desco Opina - Regional / 15 de abril de 2016
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jueves

La hora de las definiciones



El domingo 10 a las 4 de la tarde se cerrará el primer tiempo de las elecciones 2016, aunque es probable un alargue de varias horas en el mismo  para saber quienes jugarán la etapa final, pero también  de varios días para conocer la composición definitiva del futuro Congreso de la República. El proceso electoral, como ha sido notorio, se vio afectado por nuestra precaria institucionalidad: a la base encontramos una reforma de la legislación electoral propuesta por los entes especializados, postergada por el Congreso de la República durante más de dos años, aprobada parcialmente a gusto y conveniencia de los padres de la patria que preparaban su reelección, cuya promulgación se realizó meses después de convocadas las elecciones. A ello, se añadió la polémica y poco cuidadosa conformación de muchos de los Jurados Electorales Especiales y las contradictorias decisiones del propio Jurado Nacional de Elecciones.
En este escenario, en el camino quedaron dos candidatos presidenciales que a inicios de año mostraban algunas posibilidades, infinidad de aspirantes al parlamento y el propio sentido común que fue liquidado por un proceso engorroso y plagado de contradicciones, si no de arbitrariedades. En esta historieta, varios encontraron un fraude en curso, alimentados por las decisiones de los entes electorales, obviando la debilidad de todas las instituciones en el país.
La campaña, como las últimas que hemos vivido, estuvo teñida por la multiplicación de acusaciones y denuncias contra la mayoría de candidatos, al extremo que algunos días la sección de política de los principales medios de comunicación, que se regodearon con el espectáculo, se podía confundir con la página policial. Con la candidata del fujimorismo navegando siempre por encima del 30%, cosechando su trabajo partidario de los últimos cinco años, la disputa se concentró entre los otros candidatos ávidos de alcanzar la segunda ronda y conscientes de sus posibilidades y del peso de un antifujimorismo ciudadano que despertó masivamente, como lo evidenciaron las masivas movilizaciones del 5 de abril pasado.
En las últimas semanas varias cosas empezaron a quedar claras. Alan García y Lourdes Flores caminan al final de su ciclo político, 9 de los 19 candidatos iniciales optaron por salvar sus franquicias y se retiraron de la contienda, los cuestionamientos al modelo económico se multiplicaron en la cancha y los candidatos que intentaron representarlo, Alfredo Barnechea y especialmente Verónika Mendoza, enfrentaron la guerra sucia lanzada desde distintos frentes y amplificada por los medios de comunicación. El candidato de Acción Popular no logró superarla y más importante aún, no logró resolver su gran distancia con la gente de a pie.
PPK, el candidato del establishment recuperó algunos de los votos que perdió con Guzmán, su versión juvenil y sin historia, aprovechando también el temor que conscientemente se buscó machacona e infantilmente generar alrededor de Mendoza y el Frente Amplio. Acusada de chavista, terrorista, representante enmascarada del gobierno, antiminera y simultáneamente, casi de minera ilegal, Mendoza siguió creciendo a pesar de las encuestadoras y de la desesperación de algunos medios, aprovechando su imagen, su rostro nuevo y un estilo directo de comunicación con la gente, pero también la claridad de sus propuestas más importantes y su afán por ponerlas en discusión, haciendo que su llamado al cambio resulte verosímil para sectores crecientes del electorado.
Llegamos así a un final que será seguramente muy reñida entre el candidato que le genera más confianza al gran capital y al mundo empresarial, afectado en la hora final por su aparición entre los “Panamá papers” y una candidata, que a partir de un movimiento pequeño pero muy activo, ha sabido abrirle un espacio importante a los distintos malestares que genera un modelo económico que ya aparece agotado y a muchos de sus representantes que se sentían impunes. Las campañas de demolición en su contra, el esfuerzo de algún encuestador que se transformó en analista y vidente en su afán desembozado de inducir un resultado, parecen no haber alcanzado. Los defensores del modelo cometieron los errores de siempre y en consecuencia, llegarán al domingo con sus temores recurrentes.
Incluso, las certezas que semanas atrás parecía darles Keiko Fujimori en la segunda vuelta, dejaron de ser tales después de la movilización contra ésta las últimas semanas. Sus compromisos, anunciados en el único debate electoral que se realizó, aunque apuntan a su posicionamiento en la segunda vuelta electoral, también eran una advertencia a los poderes imperantes: puede ser la única esperanza que les quede porque los distintos defensores del modelo se fueron desinflando, como éste mismo que ya no puede disimular sus limitaciones.

desco Opina / 7 de abril de 2016
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