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Caso Mayorga: de la anécdota a las políticas de Estado



Ciertamente el tema de las políticas petroleras de un país, visto en detalle, es un asunto especializado y para entendidos, que no son muchos. No lo es tanto, cuando lo que se trata de conocer son los procedimientos legales y administrativos que deben cumplirse por parte de los funcionarios públicos en el desempeño de su gestión.

Es por eso que en el caso de la liquidación del contrato a la empresa Interoil, los arbitrajes ganados por el Estado luego que ésta apelara y la resultante prórroga rubricada por el ministro Eleodoro Mayorga ha producido a todas luces un lamentable cortocircuito político legal que nos muestra el mal desempeño del gobierno. Asimismo, ha puesto sobre el tapete un tema peliagudo que el gran público desconocía.

Resumiendo, el expediente de Interoil muestra el caso de una empresa que solicita una prórroga para seguir explotando petroleo cuando su concesión ha vencido, aludiendo razones de fuerza mayor (el fenómeno del Niño) que le impidieron operar regularmente durante 1998 y 2002. ¿La razón para conceder la prórroga? La supuesta incapacidad de Petroperú para asumir las operaciones con Interoil fuera del panorama. Más allá del débil argumento de la petrolera, se sabe que  la política de Petroperú se orienta a ingresar a trabajar los lotes petroleros de las concesiones que vencen, para así ejercer su función de empresa estatal activa en el negocio petrolero.

Se sabe también, que existen otras empresas cuyos contratos vencen pronto como los de las petroleras Vera Gutierrez y Olympic, por ejemplo, en los que corresponde pasen tambien –vía Peru Petro– a la administración estatal.  El tema de fondo entonces, más allá del error cometido por el ministro Mayorga, es conocer cuál es el papel de Peru Petro y Petroperú en la gestión de nuestros hidrocarburos del país y si el ministro Castilla, miembro del directorio de Petroperú, tiene algo que decir sobre estos casos o si más bien se busca condenar a la empresa estatal a una especie de incapacidad calculada, con la finalidad de que vaya «muriendo lentamente».

En cierta medida, entonces, el destino del ministro Mayorga resulta siendo casi anecdótico, pues a todas luces cometió una infracción al firmar la prórroga en favor de la empresa a en la cual había prestado servicios de asesoría como consultor privado cuando ésta ya mantenía un litigio con el Estado peruano. Debió excusarse, sin duda, y no solo el Congreso de la República podría censurarlo, sino que también este proceder puede convertirse en un caso penal. Lo que no es anecdótico es que el Estado peruano haya ganado en dos instancias un proceso de arbitraje con Interoil para la devolución de un lote petrolero y luego se decida concederle una ampliación a la empresa perdedora en ese arbitraje, dejando además de cobrar el petroleo extraído desde la fecha del vencimiento del contrato de concesión, propiedad de todos los peruanos y no de la empresa que asesoraba Mayorga.

El tema seguirá en debate y sin duda la agenda política de la próxima semana nos podrá colocar ante la primera censura de un ministro de Estado en casi una década, si es que el titular de Energía y Minas no renuncia antes.

Una vez más queremos llamar la atención sobre la conducción política del Estado a la que nos ha trasladado este régimen. Para algunos analistas está fuera de discusión la falta de manejo de la cosa pública por parte del gobierno del presidente Humala, que repetidamente evidencia una crisis de autoridad, incumplimiento y falta de respeto a las normas establecidas, alimentando el socavamiento de la legitimidad que se requiere para conducir la nación. Por ello, es importante demandar, desde las distintas instancias de la sociedad: ciudadanía, sociedad civil, gremios y colegios profesionales, universidades y otras instituciones, la urgencia de apuntalar la institucionalidad que se requiere para avanzar como nación. Este esfuerzo pasa por resolver ya la elección de los miembros del Tribunal Constitucional, el nombramiento del Defensor del Pueblo y gobernar con pleno respeto al estado de derecho. De lo contrario la vorágine de los días nos puede trasladar a otros escenarios en los que triunfen mal la informalidad, el narcotráfico, el autoritarismo y la violencia criminal.

desco Opina / 25 de abril de 2014
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