viernes

La selva y el efecto mariposa

En estos cuatro primeros meses de gobierno acaecieron una serie de conflictos en diversas regiones del país. Si bien es cierto muchos de ellos tienen sus orígenes en gobiernos anteriores, el manejo del actual Ejecutivo ha merecido duras críticas por sus avances y retrocesos; así como por las manifiestas contradicciones entre sus miembros, lo que ha demostrado la falta de estrategias para abordarlos.

La selva central no ha sido ajena a esta tendencia conflictiva aunque no haya merecido la atención del Ejecutivo, lo que en el largo plazo puede generar problemas, pues transmite una sensación de desinterés. En primer lugar, recordemos que unas desatinadas gestiones y declaraciones del Congresista Federico Pariona, en relación a la sede de la recientemente creada Universidad Nacional Intercultural de la Selva Central Juan Santos Atahualpa, motivaron la paralización por 24 horas de la provincia de Chanchamayo. Aunque los medios periodísticos digan lo contrario, el paro preventivo fue bien manejado por sus convocantes y nunca buscó enfrentar a dos pueblos hermanos como Pichanaqui y Chanchamayo, pero sí alteró los ánimos de líderes representativos de ambos distritos y generó algunas pérdidas al turismo y comercio local. El manejo del conflicto aparentemente no concitó el interés del Gobierno Central, pero sí el de aquellos que se sienten afectados con las noticias, quienes actualmente se vienen movilizando por canales legales y pacíficos para la solución de sus inquietudes. La solución definitiva no depende de ellos, por lo que aún no puede decirse que alrededor de este tema la calma esté asegurada, y el riesgo de enfrentamientos reales y bloqueos de carreteras está todavía presente.

Por otro lado, en la selva central quedan temas ambientales pendientes, que en muchas reuniones locales salen a la luz amenazando con transformarse en conflictos. Estos deben de ser atendidos antes de que lleguen a su fase de crisis. En primer lugar, podemos señalar la futura explotación de hidrocarburos en los lotes 107 y 108. Las actividades preliminares que se vienen realizando cuentan con una aparente aprobación social de los líderes de las comunidades nativas pero con muy poco arraigo en sus bases, lo que nos dice que estas empresas extractivas no pueden sentirse satisfechas con estos apoyos. Por otro lado, si consideramos que parte de estas explotaciones están dentro del ámbito de la Reserva de Biosfera Oxapampa – Asháninka – Yanesha, es de suponer que se escucharán otras voces disconformes que no necesariamente serán de las etnias originarias.

En segundo lugar, y no por ello menos importante, otro tema pendiente de atención es el contrato de construcción de la central de Paquitzapango en el río Ene (Satipo), parte del acuerdo energético entre Perú y Brasil. Esta obra requerirá la construcción de una represa que derivará en una gigantesca laguna artificial y afectará a unos 12 mil habitantes entre nativos y colonos, quienes tendrían que abandonar sus tierras productivas. Las comunidades nativas a través de sus centrales han señalado lo inconsulto de este contrato de acuerdo energético, y en más de una ocasión en la selva central se han señalado intenciones de movilizaciones, bloqueos de carreteras y paralizaciones subregionales promovidas desde las bases de las comunidades nativas que están en contra de esta obra.

El llamado «efecto mariposa» se sustenta en una teoría que propone que los pronósticos meteorológicos pueden tener un margen de error no identificado, cuyas causas se producen en distancias lejanas, por una causa aparentemente tan simple como el aleteo de una mariposa. En el clima social peruano, la analogía cobra vigencia y un lejano aleteo de mariposa tal vez pueda ser la paralización de Andahuaylas o el caso de minas Conga, cuyo errado manejo ya ha trascendido nuestras fronteras.

Las paralizaciones que hasta ahora se le han presentado a Ollanta Humala no ofrecen visos suficientes que demuestren haber sido políticamente concertadas para ponerle trabas al actual gobierno. Todo indica que se están asomando las promesas de campaña electoral difíciles de cumplir, ya que no existe ningún grupo político que tenga la capacidad de convocatoria para jaquear al Ejecutivo –sobre todo en las provincias donde Gana Perú obtuvo su más alta votación–, pero sí existen señales de ausencia de orientaciones claras sobre el tema, donde la presión de las masas, por ejemplo, logró arrancar la promesa de declarar Andahuaylas libre de minería; lo que puede terminar siendo el lejano «aleteo de mariposa» que necesitan los líderes de la selva central para poner en el tapete los conflictos latentes. La Ley de Consulta Previa tal vez tenga la oportunidad de ser puesta a prueba, pero mientras no se tenga totalmente claro cuál es la capacidad y la voluntad de aplicarla, esta norma podría ser insuficiente.
desco Opina / 16 de diciembre de 2011
Programa Selva Central

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lunes

El Estado de emergencia en Cajamarca y primeras notas sobre el Gabinete Valdés

El mensaje en el que el Presidente Ollanta Humala declaró el estado de emergencia en cuatro provincias de Cajamarca dura menos de tres minutos. Su alocución anterior había sido más larga pero lo central podía resumirse en dos palabras: «Conga va». Todo indica que el desarrollo público y privado de los hechos de Cajamarca terminó por volver inviable la correlación de fuerzas sostenida por el renunciante Salomón Lerner y abrió la puerta al supuestamente «ejecutivo» Óscar Valdés.

El breve mensaje de Humala es significativo porque muestra una forma de ejercer hegemonía que va a contrapelo de lo que se esperaba bajo el rótulo de ‘gran transformación’. Muestra a un mandatario que dicta la medida pero no marca una agenda a seguir. El conflicto de Conga tiene muchas aristas, lo cual lo hace más complejo pero a la vez hubiera constituido una oportunidad para diversificar la agenda con miras a una negociación que dure más de las ocho o nueve horas tras lo cual algunos de los enviados del Ejecutivo decidieron que los dirigentes eran «intransigentes», entre ellos el ex viceministro Otárola, que señaló que la policía estaba «con la moral alta», como si fueran a defender el fuerte apache. Por muy civil que sea, el hoy Ministro de Defensa ya dio muestras de que el autoritarismo no tiene que venir uniformado.

No es poca cosa que Humala haya declarado el estado de emergencia contra la autoridad regional de Cajamarca. Es cierto que ha habido declaratorias de este tipo desde el inicio del actual proceso de descentralización, pero ninguna en abierta confrontación con el Presidente Regional. Recordemos que las provincias de Ayacucho, Huancavelica, Cusco y Junín que forman parte del VRAE declaradas en emergencia cuentan con una especie de admisión de las autoridades regionales de que la situación es inmanejable en esta porción de sus territorios. Ciertamente no es el caso en Cajamarca, donde el Presidente Santos, que era el primero en pedir que salga Valdés, ve hoy un escenario de confrontación asimétrica más claro desde el gobierno.

El aparente giro hacia la derecha, se ha dicho, no resulta el quid del asunto para comprender lo que ha pasado con el gabinete. Si se buscó «blindar la hoja de ruta», ciertamente Valdés parece estar más «alineado» que Lerner, al cual el gobierno también hubiera podido acusar de no tener operadores políticos en Cajamarca que amortigüen el conflicto. Tal vez el Presidente, en su pragmatismo, piensa que no vale la pena llenarse de voces críticas desde el interior (el caso de las observaciones de Giesecke al EIA de Conga es paradigmático) si no obtiene a cambio la capacidad de controlar la conflictividad social desde sus bases.

No debemos perder vista que se viene un acumulado de EIA aprobados a la carrera por el hortelanista García y que probablemente servirán como argumento en los conflictos que están esperando en fila. Una forma de encauzarse en la institucionalidad del Estado es profundizar el proceso de descentralización, lo cual implica negociar con las autoridades electas y avanzar en resolver el desaguisado de (in)competencias que impiden a las regiones ser más autónomas en relación a la actividad de las industrias extractivas en su territorio. Es decir, un real compromiso con la descentralización del Estado, la única reforma que se sostiene desde el nuevo «pacto social» post dictadura. La Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales es un actor muy importante que debe ampliar sus esfuerzos por presentar una postura conjunta con visos de sostenibilidad.

desco Opina / 12 de diciembre de 2011

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viernes

Se reactiva el proyecto de la Macro Región Sur

El 10 y el 11 de noviembre en la ciudad de Moquegua el representante de la Secretaría de Descentralización Manuel Dammert, el premier Salomón Lerner, los presidentes de los gobiernos regionales del sur y sus equipos técnicos, los representantes de la sociedad civil de esta parte del país y otros funcionarios del gobierno, se reunieron en busca de animar la conformación de la Macro Región Sur, frustrada ya una vez en las urnas en el 2005.


El primer día, durante el diálogo con diversos representantes de la sociedad civil, se hizo entrega del pronunciamiento producto de los encuentros que la sociedad civil ha sostenido durante los últimos cinco años, los cuales concuerdan en gran parte con la agenda de las autoridades regionales del sur. En algunos casos ya se ha tomado una decisión política sobre estos intereses compartidos, por ejemplo respecto del gasoducto sur andino. Uno de los escollos más grandes para la integración son los conflictos interregionales, originados en el uso del agua y la demarcación territorial. El conflicto recurrente entre agricultores arequipeños y moqueguanos por el uso del agua del río Tambo, que después de años recién parece empezar a encontrar una solución, es un claro ejemplo.

En el sur hay dos fuerzas que bregan contra la integración: los regionalismos arraigados y los intereses políticos regionales, usualmente electorales y de corto plazo. Los primeros, hacen que los habitantes de un departamento se crean por encima de los otros por suponer que cuentan con más recursos económicos o incluso por criterios de discriminación racistas. Dammert en su discurso reiteró que más importante que tener el recurso es saber cómo aprovecharlo para el bien común, cosa que todavía parece difícil de aceptar en el sur. Sobre el segundo punto, ha sido evidente que algunas autoridades regionales han escondido dentro de su discurso integrador, el miedo a perder su cuota de poder, de allí que las Juntas Interregionales hayan tenido poco protagonismo estos años.

Después de poner sobre el tapete estos dos problemas nos preguntamos ¿cómo es que este gobierno busca hilvanar la ansiada integración del sur? Una respuesta, aunque no del Gobierno Central, se esbozó en el segundo día del mencionado evento, cuando los presidentes regionales de Moquegua, Arequipa, Cusco, Puno, Tacna y Madre de Dios, expusieron sus estrategias para el desarrollo de la Macro Región Sur. Éstas se orientan a promover iniciativas y acciones en proyectos comunes para hacer que la integración sea una realidad más concebible. El compromiso quedó plasmado (en una forma muy general, hay que decirlo) en el acta de reinstalación de la Junta de Coordinación Interregional Macro Región Sur.

El 5 y el 6 de diciembre se realizará en Lima el Seminario internacional ’Descentralización y territorio: desafíos para la ciudadanía‘, en el cual se deben delinear las primeras acciones para que, a partir del 2012, se implemente el Plan Nacional de Descentralización y Regionalización. Un plan que tiene entre sus puntos centrales la creación de cinco grandes regiones. Es claro que el actual proceso de descentralización sobre la base de las 24 regiones existentes se encuentra bloqueado por la incapacidad para constituir, desde estos espacios, unidades geoeconómicas y políticas con posibilidades de contrapesar el centralismo limeño. Pensar en cinco grandes regiones abre la posibilidad de reactivar efectivamente la descentralización sobre bases sólidas.

A decir de Dammert el acta de reinstalación de la Macro Región Sur con el nuevo gobierno, «afirma una vía de transformación ciudadana descentralista, por lo que será recordada como un hito en la industrialización y desarrollo territorial del sur, para afirmar al Perú como una nación democrática». Pero más allá de las miradas principistas, el reto para la sociedad civil es hacer seguimiento a la agenda del sur, viendo que estos megaproyectos (los actuales y los que están por venir) beneficien no sólo a algunos sectores sino a la mayoría de la población. De otra forma, los conflictos continuarán a la vuelta de la esquina. El contexto es favorable para avanzar y es necesario que los liderazgos regionales estén a la altura de las circunstancias.
desco Opina / 2 de diciembre de 2011
Programa Regional Sur

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