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Primera infancia, primera intervención

La población infantil, en especial la de las zonas rurales, está expuesta a condiciones de vida desfavorables que frenan sus posibilidades de desarrollo. Una de las manifestaciones de este problema es la malnutrición; que se define como la consecuencia de no cumplir con una dieta equilibrada en calidad y en cantidad. Puede ocurrir por exceso y llevar a un caso de obesidad, o por defecto lo cual conlleva a la desnutrición (bajo peso y/o talla corta) Las consecuencias de la malnutrición suelen ser irreversibles, sobre todo cuando se da en individuos que están desarrollándose: niños y adolescentes; ocasionando la aparición de enfermedades oportunistas que degradan la salud del menor.
Esta secuencia se produjo días atrás en Huancavelica, donde un menor de siete años falleció producto de una enfermedad terminal agravada por el cuadro de desnutrición. El menor fue trasladado a un hospital de la capital, pero los esfuerzos no hicieron posible cambiar el destino. Este hecho nos lleva a una reflexión que debemos considerar, principalmente en aquellas autoridades que inician su gestión tanto en los espacios locales como en el regional.
Estas situaciones se dan a pesar de la presencia estatal a través de proyectos y programas en salud, nutrición, producción, etcétera, entre los que destacan: Juntos, Pronaa, Estrategia CRECER, Agrorural, Vaso de Leche, Seguro Integral de Salud. Así, observamos que sus resultados no son los esperados, la articulación entre ellos es limitada, o la focalización de beneficiarios no es la adecuada. Los indicadores corroboran estas falencias en el caso de Huancavelica: 53.6% de desnutrición crónica y 68.3% de anemia en menores de cinco años, mientras que el 56.8% de las viviendas no cuenta con abastecimiento de agua.
Si bien la población infantil no participa de las elecciones y no escoge autoridades, las decisiones de estas influyen directamente en su desarrollo, en tal sentido las autoridades electas deben considerar esta premisa en su gestión. Huancavelica, con indicadores alarmantes en desnutrición crónica, prevalencia de enfermedades diarreicas o respiratorias y mortalidad, manifiesta una situación crítica en salud infantil, y sus autoridades están obligadas a tomar decisiones drásticas. Situar a la región como zona de emergencia sería un primer paso que permitiría canalizar apoyos desde el sector Salud y de Desarrollo Social, así como del propio Gobierno Regional. En segundo lugar, es preciso articular la mayor cantidad de actores en la generación de un espacio de concertación en la primera Infancia, que, tal como otros espacios integre al sector público y a la sociedad civil en su conjunto. Por último, se debe priorizar el desarrollo de proyectos e intervenciones de carácter integral, como la propuesta que obra en poder del Gobierno Regional denominada ’Programa de Igualdad de Oportunidades‘. El programa comprende una intervención amplia en agua, saneamiento, salud, producción, comercialización y organización para la totalidad de las familias rurales de la región.
Una nueva gestión regional se inicia en Huancavelica y con ello la expectativa de poder revertir una situación histórica. Queda en manos de las autoridades iniciar estos procesos y en las de la sociedad civil, brindar la atención necesaria para propiciar un trabajo conjunto.
desco Opina - Regional / 28 de enero de 2011
Programa Sierra Centro

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Vocación suicida y desprecio por la gente

El verano electoral ya está a toda marcha. La inscripción de las distintas planchas presidenciales y la conformación de las listas parlamentarias, aún no definidas totalmente, muestran, una vez más, el desprecio de la mayoría de partidos nacionales por la gente. El espectáculo que vienen dando todos en la selección de sus representantes, resulta simplemente deplorable. Si la conformación de las planchas presidenciales trajo distintas sorpresas, el proceso de selección de los candidatos al Congreso viene siendo una exhibición de la irresponsabilidad que caracteriza crecientemente a nuestro sistema político y de la voluntad suicida de las agrupaciones que pretenden gestionarlo.
El partido de gobierno abrió fuegos en esta nueva etapa del show en que están convirtiendo el proceso electoral. La renuncia ante las cámaras de televisión de su candidata Mercedes Aráoz, enfrentada desde semanas atrás con Jorge del Castillo, quien fuera su principal promotor, no fue suficiente para esconder la guerra interna de un partido dividido en bandos, que no logró convocar ni a la vigésima parte de su declarada militancia a su proceso electoral interno para designar sus aspirantes al parlamento. Los enfrentamientos entre sus dirigentes más caracterizados se han sucedido en todas las regiones del país y continúan las denuncias de fraude en su parodia de comicios internos, en medio de la satisfacción de Alan García, quien dejó caer con gesto adusto pero sin mayor preocupación, una candidatura que alentó a todas luces. El mandatario, según distintas voces que lo conocen bien, se apresta a «refundar» hacia el 2016, la histórica agrupación que destrozó sistemáticamente los últimos años.
El proceso interno del Partido Popular Cristiano no fue mejor. Agobiado por una aguda crisis interna y por las sucesivas derrotas de su principal figura, Lourdes Flores, su «refugio» tras la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) no le alcanzó para resolver sus diferencias. El proceso de designación de sus candidatos al Congreso desnudó la naturaleza de sus pugnas internas. La renuncia de la congresista Florián, el enfrentamiento abierto entre su secretario general y su lideresa máxima y los intentos desesperados de la congresista Alcorta por mantenerse en la nómina congresal, aunque sea como invitada por PPK, demuestran que el supuesto debate entre «institucionalistas» y «renovadores» no es más que un discurso para disimular el interés y la ambición por el cargo público.
En Solidaridad Nacional, el escándalo suscitado alrededor de su candidata a la vicepresidencia, acusada de lograr esa posición tras comprometer un «jugoso» aporte a la campaña, ha hecho que la definición de su lista parlamentaria, sea tan sigilosa y silenciosa como su candidato presidencial, aunque es evidente que en ella y en lugares prominentes, figurarán actores de sonados escándalos, como el congresista Menchola. Por su parte, Perú Posible, que era el partido que mejor venía manejando su posicionamiento, también decidió entrar al espectáculo. Demostrando parte de la soberbia y la frivolidad que caracterizaron su gestión anterior, en su lista parlamentaria insiste en figuras fuertemente cuestionables como José Luis León, Juan Ramírez Canchari y Pilar Fleitas, por señalar algunas de ellas, comprometidas en diversos escándalos que le generaron costos importantes en su gestión anterior.
Fuerza 2011, por su parte, cumple con su rol en el espectáculo. Su lista parlamentaria, ya presentada en medio de acusaciones de venta de puestos, es una mixtura de parientes del ex Presidente, algunas de las figuras más oscuras de la década pasada que vuelven por su revancha, muchos congresistas que van por la reelección y algunos «imanes de taquilla» como Leyla Chihuán. Como será ésta que el congresista Souza optó por retirarse. En el caso de Gana Perú, que anunciara múltiples «filtros» para no repetir su lamentable experiencia del 2006, es evidente que la procesión sigue por dentro. Aunque no se conoce su lista definitiva, lo que ya es índice de sus problemas, todo indica que la pugna por los puestos es muy grande y que terminará dejando fuera de carrera a distintos aspirantes, muchos de los cuales eventualmente con mayores méritos y capacidades que los que finalmente sean designados.
Así las cosas, cabe la posibilidad de que el futuro Congreso de la República sea aún peor que el actual. Los partidos nacionales parecen decididos a que así sea. Con este comportamiento, los más de ellos ratifican su desprecio por la gente y afirman su voluntad suicida. La tragedia es que con su conducta debilitan aún más nuestra pobre democracia.
desco Opina / 21 de enero de 201
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El desborde de la naturaleza y la inoperancia preventiva

Las nuevas autoridades ni siquiera habían terminado de asumir sus funciones cuando a los pobladores de Puerto Bermúdez y Ciudad Constitución el desastre les cayó encima. Los días de intensas lluvias ocasionaron el desborde del río Pichis, destruyendo 613 viviendas, afectando parcialmente a otras 291 y dejando 14 instituciones educativas deterioradas. Según cifras oficiales los damnificados ascienden a dos mil ochocientas personas de manera directa, e indirectamente otras mil seiscientas. La gran mayoría de ellas pertenecen a la etnia asháninka, han perdido sus cultivos y por ende su medio de sustento. La primera medida tomada por el nuevo presidente regional ha sido la declaración de emergencia y el INDECI, desde Lima, ha dispuesto el envío de ayuda para los damnificados. Además, desde otras localidades cercanas se han iniciado cadenas de solidaridad y apoyo, situación que no resuelve la emergencia debido a que las lluvias continúan y los deslizamientos de tierras han ocasionado una serie de cortes de las carreteras, sobre todo las que conectan con el cercano distrito de Villa Rica. Es así que, además de los desbordes en Puerto Bermúdez y Ciudad Constitución, tenemos al distrito de Palcazu literalmente aislado. Por otro lado, el apoyo enviado en botes desde la capital del distrito con alimentos y medicinas hacia las localidades ribereñas, tiene serios problemas para llegar a su destino por lo caudaloso que se halla el río Pichis. Urge pues establecer un puente aéreo para que el apoyo sea efectivo.
No es la primera vez que la selva oxapampina (Región Pasco) sufre de los embates de la naturaleza. En temporadas de lluvias son habituales las interrupciones de carreteras que aíslan a las localidades de Pozuzo, Puerto Bermúdez, Villa Rica o Palcazu. Sin ir muy lejos el año pasado el desborde del río La Sal causó la pérdida de vidas humanas en Puente Paucartambo (Villa Rica). Por otro lado, también el año pasado, una tragedia similar a la que ocurre actualmente en Puerto Bermúdez y Ciudad Constitución afectó a los nativos yaneshas del distrito de Palcazu. En esa ocasión el distrito de Palcazu no fue declarado en emergencia pero la Presidencia del Consejo de Ministros encargó al Ministerio de Agricultura –y ellos lo derivaron al Proyecto Especial Pichis Palcazu– hacer una evaluación y reporte de los daños. Hasta ahora no se conoce los resultados de esa evaluación y mucho menos las propuestas de medidas de prevención. Vistas así las cosas y por los antecedentes señalados, no sería errado suponer que ahora con el distrito de Puerto Bermúdez sucederá lo mismo. Vemos muchas fotografías, reportajes y expresiones de buena voluntad de parte de aquellos que son conscientes que hablar y posar ante las desgracias humanas es políticamente rentable, pero en el corto plazo no se viabilizan medidas concretas que resuelvan o al menos mitiguen los impactos de estos desbordes de la naturaleza.
Al igual que en ocasiones anteriores, en que por negligencia no se habían tomado medidas preventivas, en Puerto Bermúdez las autoridades salientes (locales y regionales) tampoco lo hicieron, he allí lo recurrente de este tipo de problemas. En una realidad geográfica con características climáticas tan específicas como las de la selva central, no sólo se hace necesario buscar la solidaridad; urge pues la intervención del Estado en todos sus niveles para liderar, proponer e implementar medidas técnicas y efectivas de prevención de desastres. Cuando la naturaleza llega a niveles extremos, las capacidades locales para atender la emergencia tanto de nivel distrital como provincial son rebasadas, lo cual nos hace precisar que es en el nivel regional desde donde se deben de tomar las iniciativas de gestión de riesgos (antes del desastre con la prevención y después con la atención de la emergencia). Como lo demuestra el Plan operativo regional de defensa civil, documento técnico elaborado en el 2008 por la Región Pasco, las tareas necesarias ya eran de conocimiento de autoridades y funcionarios pero, como es lamentablemente una constante, su implementación deja mucho que desear, porque se limitó a una presentación en los medios y a escasas (o ninguna) medidas efectivas en el campo.
Tenemos que reconocer que es virtualmente imposible construir defensas ribereñas en toda la extensión de los ríos, pero sí se pueden definir los puntos neurálgicos de vulnerabilidad, sobre todo de aquellos lugares en donde las vidas humanas están en riesgo. Se debe capacitar a los habitantes, fortalecer liderazgos y organizaciones locales para enfrentar de manera inmediata la emergencia, así como para que sepan reconocer las características ideales para la ubicación de sus viviendas identificando las posibles rutas de evacuación. Las autoridades del nivel regional y municipal saliente no han dejado avanzado nada en materia de Defensa Civil para esas localidades, descuido imperdonable que puede deberse a la incapacidad técnica para implementar este tipo de propuestas o a un desdén inmediatista que no actúa mirando el futuro; pero hacia adelante no se puede permitir que esas poblaciones sigan viviendo en la incertidumbre e inseguridad total. Desde las nuevas gestiones de nivel local y regional se debe asumir esta tarea como prioritaria, o de lo contrario nuevamente a los habitantes de la selva central, el infierno les caerá literalmente desde el cielo.
desco Opina - Regional / 14 de enero de 2011
Programa Selva Central

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