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El Metropolitano inacabable de Lima

desco Opina - Regional
La última semana de setiembre estuvo cargada de controversias en torno al proyecto del Corredor Segregado de Buses de Alta Capacidad (Cosac), pues el Concejo Metropolitano aprobó, por mayoría, una decisión sorprendente: el aumento por segunda vez del presupuesto del proyecto en 200 millones de soles que ahora le costará a la ciudad nada menos que el doble de lo presupuestado inicialmente, 844 millones de soles en total. Pero el estupor surgió cuando se anunció que esta obra será recortada en 11.6 kilómetros pues ya no se ejecutará el tramo comprendido entre la avenida El Naranjal y el Parque Sinchi Roca, que corresponde a la última fase del proyecto, dejando con esta decisión al distrito de Comas fuera de los beneficios del célebre Metropolitano.

Los indicios de irregularidades en las licitaciones de buses que comprometen a altos funcionarios ediles cercanos al alcalde, alimentan sospechas de malos manejos y amenazan la paciencia ciudadana que ya ha sido puesta a prueba por Protransporte, el organismo municipal responsable de la implementación y el funcionamiento del Metropolitano, ante el caos sembrado en las vias con las obras, tráfico y desvíos.

Los constantes cambios en el equipo técnico de Protransporte y las demoras en la ejecución, acusan inoperancia, por ejemplo, la demora en la habilitación de paraderos en el tramo sur que ya está terminado. Ante esto, el Municipio decidió que la Empresa Municipal Administradora del Peaje, Emape, asuma este trabajo, mientras Protransporte continuará con el tramo norte. Pero Emape tampoco cuenta con la confianza ciudadana dado que es la encargada del mantenimiento de las principales vias de la ciudad y no podrían estar peor, además de los escándalos por licitaciones en los que se ha visto envuelta.

La transparencia, eje prioritario de relación entre una entidad pública que usa el dinero de los contribuyentes y la ciudadanía, no cuenta para el Alcalde de Lima que se las ingenia para eludir las explicaciones solicitadas en el Congreso de la República.

El Alcalde tampoco ha atendido las opiniones de especialistas sobre el criterio técnico de los paraderos y las terminales, dimensiones y ubicaciones que permitan accesos seguros y amplios acorde con una solución eficaz al problema de la congestión y el caos. Mucho menos, ha brindado a la ciudadanía la oportunidad de plantear sus inquietudes. Pero sí se esfuerza en asegurar que indudablemente entregará la obra a la ciudad a fines del próximo año, aunque los atrasos en la ejecución de las obras sea evidente.

Lima necesita un sistema de transporte eficiente y rápido pero también necesita que su gobierno metropolitano trace objetivos que trasciendan la frontera del periodo electoral y que dé explicaciones sobre la administración de las soluciones a los problemas generados en el proceso.

Con los buses del Metropolitano el viaje de Chorrillos a Comas debería tomar sólo 50 minutos, la mitad del tiempo que demora actualmente. Esta solución depende también de una adecuada administración de rutas donde las empresas que brindarán el servicio de buses actúen tomando en cuenta las necesidades de la ciudad, pues aún cuando se haya concluido la construcción del Metropolitano, la solución al problema del transporte urbano en Lima, no caerá del cielo: requiere emprender el ordenamiento de las unidades de transporte, transformar las empresas para que brinden servicios eficientes con personal capacitado y con buen trato. Además, es indispensable atender el problema de las combis, retirándolas de circulación gradualmente.

Es esencial un proceso de planificación insertado en un proyecto mayor, un proyecto de ciudad preparado para los cambios, que considere las proyecciones de flujo, con revisiones técnicas que garanticen la calidad del parque automotor de la ciudad, donde las modificaciones apuntan a mejorar problemas estructurales, necesariamente de largo plazo y que incluya a la población que diariamente se desplaza usando el servicio público, a la postre la alternativa sostenible para la ciudad.

La ciudad que queremos
La improvisación en las obras viales evidencia un problema de mayor incidencia en nuestro desarrollo urbano. Esta fiebre de obras que se ejecutan al son de los ritmos de prioridades políticas del alcalde no responde siquiera al cumplimiento ordenado de un plan metropolitano de inversiones.

Así pues, los ciudadanos que usamos el transporte público diariamente, que convivimos en esta ciudad donde la participación ciudadana en los proyectos metropolitanos es inexistente, donde no hay una política de rendición de cuentas y los vecinos podamos estar al tanto de lo que se hace con el dinero de la ciudad, requerimos la práctica democrática como medio que permita a nuestra ciudad crecer saludablemente.

En esta vía de contrasentido marcado por las decisiones y políticas emprendidas por el gobierno municipal, seguiremos mucho tiempo más ejercitando la paciencia frente a la informalidad de las empresas, la alta peligrosidad de las pistas, los accidentes y afrontando a cada paso una ciudad cuyas calles no están hechas para personas, donde cruzar y terminar ileso es una gran suerte.

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